Dando una vuelta (Libre)

Después de la visita de Ikuto mis padres anunciaron que tenían una importante misión y que yo asumiría el cargo de ser la líder del clan Katsura. No me hacía nunguna gracia. Bastante tenía con lo de Kaito para que ahora me pusieran responsibilidades de gran importancia. Fui al bosque para disfrutar de la soledad que me quedaba. Mis padres partirían mañana y desde que estuviesen fuera de Konoha mis escoltas se pegarían a mí hasta su regreso. Me senté en la rama más alta del árbol más alto. Me gustaba la vista que había allí. Tenía vistas al mar... Al mar. Desvié la mirada con velocidad y me senté dandole la espalda al océano. Aún no podía verlo, aún me dolía la simple imagen.

Me levanté temprano para dar un paseo por el bosque. Quería probar eso de ir rama en rama a gran velocidad. En Tokyo no había vegetación. Cuando ya llevaba un buen rato quise sentarme en algún lugar con buenas vistas. Encontré un árbol gigante. Mis ojos se volvieron verdes, estaba ilusionada. Subí a velocidad y me encontré con una chica. También era una neko. Le sonreí-Hola

Cerré los ojos y me puse a escuchar el sonido de la marea, los pájaros, mi respiración, el latido de mi corazón y algo que golpeaba levemente a los árboles...¿Eh? Abrí los ojos y estiré mis orejas intentando adivinar la procedencia del sonido. Derepente una cabeza salió de la rama de al lado y me saludó. Me asusté y pegué un pequeño grito. La miré, era una neko de ojos verdes, y pelo entre azul y violeta. Era muy guapa.-Me has asustado-dije colocando mi mano derecha sobre el corazón.

La chica pegó un grito en cuánto me vió. Reí.-Lo siento-dije sincera-No sabía que estabas aquí-moví mi cola-¿Puedo sentarme?-pregunté con ilusión.

Me pidió disculpas y que si se podía sentar conmigo. Miré al frente y me encogí de homrbos-Como quieras-comenzé a peinar un mechón con ambas manos. Miré ese mechón. Si quería hablar que empezase ella.

Sonreí feliz y de un salto me puse de pie en la rama. Luego me senté a su lado y la miré, tenía el pelo largo, más o menos como el mío-Me llamo Tobari-dije sonriendo-¿Cómo te llamas?

Se presentó. Cuando preguntó por mí recogí mi pelo y la pasé todo al lado izquierdo de mi cuello para peinarlo con mis dedos-Yo soy Ichigo-no la miré. Tampoco mostré algún indicio de animarme a hablar.

Mis ojos se volvieron de color ámbar, me sentí algo triste. Era la segunda persona que conocía desde mi llegada y parecía que la molestaba. Agaché mis orejas-Bueno Ichigo, encantada de conocerte-me levanté de la rama y observé las vistas, era hermoso-Hasta otro día-dije bajando la mirada al lugar en el cual se encontraba Ichigo.

Cuando me dí cuenta Tobari ya se estaba despidiendo. Alzé la vista-¿Ya te vas?-abrí los ojos de la sorpresa. Sus ojos eran de color ámbar... ¿no eran verdes? Me levanté poco a poco, sin apartar mis ojos de los suyos...¿Estaba delirando?

Asentí con la cabeza. Ichigo se quedó mirándome fijamente con gran sorpresa. ¿Qué miraría?-Emm...-me dí la vuelta y observé el paisaje. Volví a mirarla-¿Qué pasa?-comenzé a sentir confusión. Mis ojos comenzaron a oscurecerse volviendose de un ambar amarronado.

Miró a otro lado, como buscando la dirección de mis ojos. Cuando volvió a mirarme sus ojos comenzaron a coger un tono marrón. Me tapé la boca con la mano, estiré mis orejas y puse recta mi cola. Me qudé en completa tensión-Tus ojos-dije bajando un poco la mano-eran verdes, hace un momento eran ámbar....-funcí el ceño-¡y ahora se están volviendo marrones!-exlamé. Aquello era muy extraño.

Comenzó a hablar de mis ojos. Comenzé a reír por su cara-No me pasa nada-aseguré intentando dejar de reírme-Mis ojos cambian de color constantemente-le expliqué sonriendo de oreja en oreja.

Me relajé cuando me explicó aquello, pero aún así, seguía algo desconcertada. Era muy raro-¿y sabes porqué te cambian?-dije curiosa. Eso era muy muy raro. Daba hasta mal rollo.

Sonreí y me apoyé en el tronco del árbol-Porqué no lo sé-dije encogiendome de hombros-pero sí se que me cambian según el estado de ánimo-mis ojos se volvieron a mi azul de siempre

-Vaya...-dije en voz baja asombrada. Los ojos se le volvieron azules-Qué bonito ese azul-comenté-¿Qué estado de ánimo es?-dije curiosa. Aún no me lo creía del todo.

-Pues ninguno-dije sonriendo-Es el normal. Cuando no siento nada en execeso-le expliqué.

-Mmm...-dije comprendiendo. Miré el cielo, era tarde, ya me estarían buscando-Oye, lo siento, pero tengo que irme. Me encantaría seguir hablando, de verdad. Pero ya es muy tarde-din esperar que se despidiera salté de la rama para caer más abajo y luego empendí rumbo a mi casa.

-Adiós-dije demasiado tarde, ya sa había ido. Yo opté por hacer lo mismo y también volví a casa.